En el corazón de El Bierzo, una situación sin precedentes se ha desplegado, poniendo a prueba los límites entre la conservación de la vida silvestre y la convivencia humana. Lechuguina, una osa parda de aproximadamente 8 a 10 años, ha desencadenado un debate intenso. Su presencia recurrente en los núcleos urbanos de Tejedo del Sil y Villarino del Sil ha generado preocupación y medidas extraordinarias.
Capturada y equipada con un emisor GPS en 2021, Lechuguina se convirtió en el primer ejemplar radiomarcado en el plan de captura de la Junta de Castilla y León. Este seguimiento reveló su inclinación por los recursos antrópicos, especialmente en huertas y frutales. A pesar de las intervenciones de condicionamiento aversivo aplicadas, su comportamiento de habituación persiste, desafiando los esfuerzos de las autoridades.
La Junta, en colaboración con representantes municipales y vecinos, ha implementado una serie de estrategias. Estas incluyen la retirada de frutas de huertas y corrales, y el uso de perros de rastro para aplicar condicionamiento negativo. Sin embargo, estas medidas no han logrado disuadir a la osa de regresar a los asentamientos humanos.
Ante esta situación, la Junta de Castilla y León ha solicitado al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico una convocatoria extraordinaria del grupo de trabajo oso pardo. El objetivo es debatir y analizar las próximas actuaciones sobre Lechuguina, considerando incluso su posible captura y traslado a cautividad.
Este caso resalta la complejidad de la coexistencia entre humanos y fauna salvaje. Mientras se reconoce la importancia de proteger al oso pardo, también se subraya la necesidad de garantizar la seguridad y el bienestar de las comunidades locales. La situación de Lechuguina es un claro ejemplo de los desafíos que enfrenta la conservación en entornos donde la vida silvestre y las actividades humanas se entrecruzan.