Ponferrada, la ciudad que durante décadas giró en torno a su emblemática central térmica de Compostilla, hoy enfrenta un escenario de incertidumbre y desafíos. El carbón, que una vez fue motor económico y sustento de miles de familias, ha sido dejado de lado debido a las políticas medioambientales europeas y la creciente conciencia sobre la crisis climática.
A raíz del cierre de las centrales térmicas de carbón en España, el barrio de Compostilla se ha visto especialmente afectado. Al recorrer sus calles, la dejadez por la administración y el abandono son evidentes. Calzadas levantadas, donde transitar se vuelve una tarea difícil, y la falta de infraestructuras reflejan la difícil situación que atraviesa el barrio.
Pero, ¿cómo llegamos hasta aquí? La respuesta no es sencilla y apunta a decisiones tomadas por gobiernos de diversos colores políticos, tanto azules como rojos, que no supieron enfrentar adecuadamente los desafíos de la transición energética.
La falta de inversión en infraestructuras y mantenimiento ha desembocado en un deterioro progresivo de las condiciones urbanas del barrio. Además, la calidad de vida de sus habitantes se ha visto afectada, limitando sus posibilidades de desarrollo y bienestar en un entorno que carece de servicios básicos y espacios públicos adecuados para un buen desarrollo de sus vecinos y vecinas.
El cierre de la central térmica ha dejado un vacío económico en la región, aumentando el desempleo y la pérdida de oportunidades para las familias que dependían de la industria del carbón. La reactivación económica y la reconversión laboral son y fueron siempre prioridades para los habitantes de Ponferrada y del barrio de Compostilla.
Para enfrentar estos desafíos, es fundamental que las instituciones públicas intervengan de manera decidida. La colaboración entre actores locales y la comunidad es esencial para diseñar e implementar políticas adecuadas en materia de infraestructuras, empleo y bienestar social. Solo así se podrá construir un futuro más verde y sostenible para Compostilla, sin dejar atrás a quienes han sido parte fundamental de su pasado energético.
La recuperación del barrio de Compostilla también pasa por la mejora de las infraestructuras y los servicios públicos. La inversión en calles, alumbrado, áreas verdes adaptadas y mejoradas y espacios públicos es esencial para mejorar la calidad de vida de sus habitantes y fomentar la cohesión social. En un momento en que la crisis climática nos obliga a replantear nuestro modelo energético, Compostilla puede convertirse en un ejemplo de resiliencia y adaptación a las nuevas realidades.
Las comunidades energéticas locales representan una oportunidad valiosa para revitalizar Compostilla, fomentando el ahorro y, sobre todo, la generación de empleo. Al estar formadas por ciudadanos, pequeñas empresas y organizaciones que trabajan conjuntamente en la producción, almacenamiento y consumo de energía renovable, estas comunidades contribuyen al impulso económico y a la creación de puestos de trabajo en la región.
El desarrollo de proyectos de energía renovable a nivel local no solo genera empleo en el sector de las energías limpias, sino que también estimula la creación de empleo indirecto en sectores afines, como la construcción, la ingeniería o la consultoría. Además, la formación y capacitación necesarias para llevar a cabo estos proyectos permiten a la población local adquirir habilidades y competencias demandadas en el mercado laboral del futuro.
